martes, 19 de enero de 2010

Origen y Evolución


Producto de la caída del Muro de Berlín en el año de 1989, de la unificación alemana en 1990 y de la desintegración del bloque soviético que trajo como consecuencia el cese de la Guerra Fría, las superpotencias junto al Grupo de Países Industrializados (G-7) desarrollaron políticas y estrategias para mantener e incrementar su poder político y económico a nivel internacional, fenómeno conocido como la globalización.
América Latina, y en especial Venezuela, quien juega un papel importante dentro del escenario estratégico de la Región Andina, no escapan a este fenómeno, a sus efectos positivos y a las implicaciones no deseables que conlleva, donde de la coyuntura internacional emergente paradójicas condiciones: por una parte, de la urgente e ineludible convocatoria para el acercamiento entre regiones y países; por otra, la amenaza de la marginación y de la fáctica exclusión de muchos, en ese entorno, donde los países buscan su adecuada incorporación a la dinámica competitiva de los procesos internacionales.

Las transformaciones internacionales han dado surgimiento a un nuevo modelo de globalización que sostiene que las distancias entre los países no solo sean acortando desde el punto de vista de las velocidades de traslado de un sitio a otro, sino también por el surgimiento de un nuevo modelo cultural que afecta a la totalidad de los actores involucrados.

Venezuela y en general América Latina no cuentan con políticas económicas adaptadas a las realidades sociales regionales, lo cual lejos de significar una salida se convierten en nuevos problemas a surtir efectos neuróticos, o de shock. Ya que estas políticas son impuestas en paquete por las entidades financieras internacionales. Se desprende entonces la idea de ingresar en el proceso de mercadeo mundial no para jugar el papel que dicten otros países sino para envolver a Venezuela en un horizonte que proyectan nuevos mercados, de nuevos ingresos y el subsiguiente desarrollo económico nacional en el cual se acepte la independencia con el mundo financiero pero en condiciones horizontales o igualitarios, lo cual se entendería como una especie de simbiosis económica, lográndose esta solo con políticas sociales, económicas, financieras y culturales que sean acorde a la nueva realidad mundial y sea capaz a su vez de proyectarse dentro de este campo.

Sin duda alguna que con un modelo que fortalezca las bases económicas, sociales y políticas, además de un sistema jurídico que ofrezca seguridad, el primer beneficiándose el pueblo mismo, ya que al promoverse la inversión tanto nacional como extrajera en aras de la globalización se impulsa el empleo generando de forma inmediata el poder adquisitivo como herramienta para cubrir necesidades básicas y por consiguiente seguridad y estabilidad moral y social.

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